Condesa Isabel Báthory
Condesa Isabel (Elísabeth o Elizabeth) Báthory de Ecsed (en húngaro: Batory Erzsébet) (Nyírbátor, Hungría; 7 de agosto de 1560 - Castillo de Čachtice, actual Trenčín, Eslovaquia, 21 de agosto de 1614). Isabel (Elizabeth) Báthory de Ecsed nace en una de las familias más antiguas y adineradas de Transilvania (ErdélyAnna Báthory de Somlyó, quien casó en terceras nupcias con su primo Jorge Báthory de Ecsed. Isabel Báthory era sobrina por via materna de Esteban Báthory (1533-1586), Gran Príncipe de Transilvania y rey de Polonia entre 1575 y 1586. Entre sus familiares se encuentran personajes poderosos (un cardenal, varios Príncipes y su primo Segismundo Báthory que fue Gran Príncipe de Transilvania, mediante su matrimonio con la princesa María Cristina de Habsburgo). Pasó su infancia en el castillo de los Ecsed (actualmente conocido como castillo de Čachtice o Csejte, su nombre húngaro). Se dice que a los 4 ó 5 años de edad la pequeña Isabel sufrió de violentos ataques: puede que padeciera epilepsia o alguna otra enfermedad neurológica; en todo caso, remitieron cuando aún era pequeña.
Como era corriente en la época, a los once años fue prometida al Conde Ferenc Nádasdy de Nádasd y Fogarasföld, quien le doblaba la edad. Un año después, la enviaron a vivir en el castillo de los Nádasdy, para que fuera conociendo a su nueva familia. Nunca hizo buena amistad con su suegra, Úrsula, matriarca del clan; al parecer, la joven Báthory hacía valer el rango superior de su apellido con una frecuencia que la enojaba.
A diferencia de la mayoría de mujeres (y hombres) de su tiempo, Isabel había recibido una buena educación y su cultura sobrepasaba a la de la mayoría de los hombres de entonces. Era excepcional, "hablaba perfectamente el húngaro, el latín y el alemán, mientras que la mayoría de los nobles húngaros no sabían ni deletrear ni escribir.
A los quince años, en 1575, se casó con Ferenc, que entonces contaba 26 años de edad. La ceremonia tuvo lugar con gran lujo en el castillo de Varannó; incluso se invitó al emperador Maximiliano II, que no pudo acudir. Fue Ferenc quien adoptó el apellido de soltera de su esposa, mucho más ilustre que el suyo. Se fueron a vivir al castillo de Čachtice, en compañía de su suegra Úrsula y otros miembros de la casa. El joven conde no pasaba mucho tiempo por allí: la mayor parte del tiempo estaba combatiendo en alguna de las muchas guerras de la zona (empalando a sus enemigos), lo que le mereció el apodo de "Caballero Negro de Hungría".
Ferenc e Isabel apenas se veían debido a las actividades guerreras del primero, así que no fue hasta 1585, diez años después de su matrimonio, que la condesa tuvo a su primera hija, Ana, y en los nueve años siguientes dio también a luz a Úrsula y Katrynna. Finalmente, en 1598, alumbró a su único hijo varón, Pablo.
En la gélida mañana del 4 de enero de 1604, el Caballero Negro de Hungría murió de súbita enfermedad durante una de sus batallas y dejó viuda a Isabel, que contaba con 44 años. Es aquí cuando comienzan sus supuestos crímenes. Para empezar, despidió a su muy odiada suegra del castillo, junto con el resto de la parentela Nádasdy; las muchachas a las que ésta protegía en esos momentos fueron llevadas a los sótanos y allí recibieron por fin los castigos que, en opinión de Isabel, se merecían.
Es por esta época que empiezan a escucharse rumores de que algo muy siniestro ocurre en el castillo de Čachtice. A través de un pastor protestante local, llegan historias de que la condesa practica la brujería (explícitamente, la magia roja) y para ello utiliza la sangre de muchachas jóvenes -una típica acusación muy popular en la época, similar a las que se realizaban contra los judíos y disidentes-. Es curioso observar el paralelismo con Juana de Arco, acusada igualmente de brujería cuando su poder político se consideró peligroso para el sistema establecido. Matías ordena a un primo de Isabel enemistado con ella, el conde Jorge Thurzó, que tome el lugar con sus soldados y realice una investigación. Dado que la señora de Báthory carecía de fuerza militar propia, no hubo resistencia. Según el testimonio del conde Jorge Thurzó (primo y enemigo de Erzsébet, nombrado investigador general por el Rey) cuando su hueste llegó al castillo el 30 de diciembre de 1610 no halló oposición, ni a nadie para recibirles. Lo primero que vieron fue a una sirviente en el cepo del patio, en estado agónico debido a una paliza que le había fracturado todos los huesos de la cadera. Esto era práctica corriente y no les llamó la atención, pero al acceder al interior se encontraron a una chica desangrada en el salón, y otra que aún estaba viva aunque le habían agujereado el cuerpo. En la mazmorra encontraron a una docena que todavía respiraba, algunas de las cuales habían sido perforadas y cortadas en varias ocasiones a lo largo de las últimas semanas. De debajo del castillo exhumaron los cuerpos de 50 muchachas más. Y el diario de Erzsébet contaba día por día sus víctimas, con todo lujo de detalles, hasta sumar un total de 612 jóvenes torturadas y asesinadas. Por todas partes había toneles de ceniza y serrín, usados para recoger la sangre que se vertía tan pródigamente en aquel lugar. Debido a esto, todo el castillo estaba cubierto de manchas oscuras y despedía un tenue olor a putrefacción. Se decía que mientras su esposo estaba fuera, ella mantenía relaciones sexuales con sirvientes de ambos sexos, y se rumoraba que cuando tenía sexo con chicas no era raro que las mordiese salvajemente.
Todo empezó en 1604, poco después de la muerte de su marido. Una de sus sirvientas adolescentes le dio un involuntario tirón de pelos mientras la estaba peinando. Al principio tuvo mucha suerte: la condesa reaccionó reventándole la nariz de un fuerte bofetón (cuando lo normal entre la nobleza de la época habría sido sacarla al patio para recibir cien bastonazos). Pero cuando la sangre salpicó la piel de Erzsébet, a ésta le pareció que allá donde había caído desaparecían las arrugas y su piel recuperaba la lozanía juvenil. La condesa, fascinada pensó que había encontrado la solución a la vejez, y siempre podría conservarse bella y joven. Todas las leyendas sobre canibalismo aseguran igualmente que la sangre humana prolonga la juventud. Tras consultar a sus brujas y alquimistas, y con la ayuda del mayordomo Thorko y la corpulenta Dorottya, desnudaron a la muchacha, le hicieron un profundo corte en el cuello y llenaron un barreño con su sangre. Erzsébet se bañó en la sangre, o al menos se embadurnó con ella todo el cuerpo, y probablemente la bebió, para recuperar la juventud.
Pero la ley impedía que Isabel, una noble, fuese procesada. Fue encerrada en su castillo. Tras introducirla en su mazmorra, los albañiles sellaron puertas y ventanas, dejando tan sólo un pequeño orificio para pasar la comida. Finalmente el rey Matías II pidió su cabeza por las jóvenes aristócratas que supuestamente habían muerto a sus manos, pero su primo el Gran Príncipe de Transilvania le convenció para que retrasara el cumplimiento de la sentencia de por vida. Así es que la condenaron a cadena perpetua en confinamiento solitario. Esta pena implicaba también la confiscación de todas sus propiedades, lo que Matías venía ambicionando desde tiempo atrás.
El 21 de agosto de 1614, uno de los carceleros la vio caída en el suelo, boca abajo.
Los Archivos Nacionales de Hungría conservan abundante documentación sobre ella, particularmente cartas personales y actas del juicio. Sin embargo, sus míticos diarios, al igual que su retrato original, se hallan en paradero desconocido.
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